29 de marzo de 2024

EL CONTROL CIUDADANO QUE DEBERÍA TENER EL PODER MEDIÁTICO

PARTE 1

A propósito del daño que han hecho las cloacas mediáticas a la democracia en México

Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio

Pablo Iglesias, el líder de Podemos y vicepresidente del gobierno de coalición de España, hace poco hizo una oportuna reflexión del papel de los Medios de Comunicación (Cuarto Poder) en la conformación de las sociedades democráticas (1), y al hacerlo ha trasgredido un tema que por mucho tiempo ha sido Tabú, y no por el misterio que encierra el Cuarto Poder, sino por el control que tienen los medios de comunicación de lo que “se dice” y de lo que “no se dice”, así como el poder que ejercen sobre los poderes públicos.

La disertación de Pablo Iglesias implicó una contradicción, pues necesitaba los medios de comunicación para dar a conocer esa profunda reflexión sobre los mismos, reflexión cuasi imposible que debemos tener en cuenta para construir una nueva narrativa democrática, y pese a que la hizo en el pleno de la soberanía de España, el Congreso de los Diputados, los medios de comunicación no cumplieron con la máxima de “informar veras y oportunamente”, así que los poderosos medios de comunicación españoles no hicieron eco de tal reflexión sobre el papel que tienen en la construcción de la democracia.

Esta falta de reflexión de tan importante tema no es privativo de España, en México como en muchos otros países del mundo, no se reflexiona sobre el papel ominoso que ha llegado a tener el poder mediático en las democracias y sus responsabilidades en la degeneración del poder público. Esta necesaria reflexión no se da en los medios de comunicación, porque según ellos, sería como “pegarse un tiro en el pie”, yo no lo veo así, pues cumplirían un ejercicio sano de autocrítica para mejorar su importante papel de comunicar y en el desarrollo positivo de las democracias; de igual forma, esta reflexión tampoco se da en la política, porque por muchísimo tiempos el Cuarto Poder ha estado en contubernio con los poderes fácticos, menos ahora, cuando hay una separación entre ese Cuarto Poder y los demás poderes; y por último, penosamente tampoco se ha dado en las tertulias de los intelectuales, porque también han estado estos, si bien no en contubernio, si en una complicidad silenciosa ante los excesos de ese contubernio entre los medios de comunicación y los poderes fácticos.

Como bien lo dice Pablo Iglesias, hablar y reflexionar públicamente del Cuarto Poder, “es un tema tabú del que parece que está prohibido hablar, y es el síntoma de una carencia de la democracia”, y creo que el silencio nos es impuesto, por la privatización de los medios de comunicación, o cuando menos, su falta de control ciudadano y la falta de profesionalización del arte de comunicar.

El Cuarto Poder es real, incide en la calidad de la democracia que se puede tener, y también en la degeneración de la democracia y la política, como lo hemos visto a lo largo de la historia posrevolucionaria de México, y que podemos evidenciar en estos tiempos, haciendo a los medios de comunicación, hoy convertidos en una avalancha sincrónica de crítica y de renovado “espíritu crítico y democrático” al gobierno actual de México, ¿por qué a sabiendas de la degeneración de la política y la clase política que había gobernado México en los últimos 30 años, y que paulatinamente estaban llevando a México a la severa crisis pública que hoy vive, no actuaron de la misma manera?, como severos críticos, inflexibles patriotas, e intachables profesionales de la comunicación; y la respuesta es muy simple, porque eran y son parte del mal, porque formaban un solo cuerpo, los consorcios realizaban onerosos convenios de publicidad y márquetin político con el gobierno en turno, uno, para mantener la maquinaria de la dictadura democrática perfecta, y otra, para aupar y hacer caer a los protagonistas de la clase política en su juego por el poder, como bien lo describe la película La dictadura perfecta del genial director Luis Estrada y protagonizada por el excelente actor mexicano Damián Alcázar, dónde se describe como operaba tal contubernio en lo real, por cierto, una película demasiada realista del México “moderno”.

Ver el insano papel del poder mediático no tan sólo en la democracia sino en los problemas urgentes y graves que vive la sociedad mexicana resulta patético y execrable, principalmente ante la crisis sanitaria del coronavirus que vive el mundo y México. Particularmente en México, aunque no tan sólo es privativo de México, el comportamiento del Cuarto Poder ha sido todo menos profesional y solidario, dedicados la gran mayoría de los medios de comunicación a usar la pandemia del coronavirus como un arma de lucha política contra el gobierno de la república, trabajando a tiempo completo a generar incertidumbre y a la campaña sucia contra AMLO, y si queremos comprobarlo, hagamos como lo propone Pablo Iglesias, un ejercicio de búsqueda de las páginas web y prensas escritas de los consorcios de comunicación y veremos cómo han utilizado su tiempo de programación al aire en noticias sensacionalismo y  en denostación, y lo poco que han utilizado sus programaciones para la prevención en la lucha contra la pandemia del coronavirus en México.

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