20 de abril de 2024

Un lopezobradorismo institucionalizado

“El futuro se construye en el presente”

Por Segundo Carmelo Padilla Cruz

En semanas pasadas fui invitado a colaborar como asistente a una marcha en apoyo al Movimiento de Regeneración Nacional. No pude negarme, pues desde siempre, pese a mi corta edad, siempre he sentido afinidad por el proyecto político y de nación del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Al llegar al punto de reunión, me percaté de muchas cosas, o más bien, algunas situaciones llamaron mi atención.

En primer término, fui sorprendido por una gran multitud de simpatizantes que, al igual que yo, parecían sentir afinidad por el proyecto político. No puedo calcular, a ciencia cierta, cuántos en realidad éramos aquella ocasión, no obstante, si puedo decir que éramos muchos y que de manera pacífica y ordenada manifestábamos nuestro apoyo al movimiento. Otra situación no menos importante, fue la convocatoria a todos los ahí reunidos a manifestarnos de manera pacífica, es decir, sin gritar consignas a nadie o alguien, así como tampoco hacer destrozos en la vía pública. Una situación que cada vez se ha hecho habitual en la manifestación de las ideas, toda vez que se marcha para proponer o para consignar desacuerdos entre gobierno e integrantes de la sociedad civil. En verdad que nuestra participación aquel día era una manifestación pacífica que intentaba revolucionar las conciencias y el pensamiento de todo aquel que escuchaba nuestras voces de apoyo a lo que públicamente y políticamente se ha denominado como Cuarta Transformación de la vida pública del país.

 Así lo hicimos aproximadamente por dos horas (quizá más). La gente nos veía y escuchaba; algunos manifestaron su afinidad a lo que hacíamos y a lo que representábamos; otros no mostraron nada similar. Incluso mostraron claro rechazo a nuestro movimiento y a lo que decíamos. Sin embargo, es entendible una actitud así: de afinidad y no afinidad a un proyecto político, pues en las democracias no existe (o debería existir) pensamiento único, sí así fuera no sería llamada así, se llamaría monarquía o autoritarismo o de otra forma; mas nunca espíritu democrático. Desde la óptica desde donde estoy viendo la realidad, México no se parece en nada a algo así, por lo menos no por ahora. Ni siquiera se parece a Venezuela como algunos equivocadamente han querido comparar.

Pero, ¿qué representábamos ideológicamente en aquel mitin? Situaciones muy sencillas a decir verdad. Entre muchas otras, solicitábamos el fin de la corrupción, la impunidad, la política de élite o neoliberal, así como erradicar la desigualdad y la injusticia social. Sin embargo, en sentido estricto, nuestra marcha y todo nuestro discurso solicitaba regenerar la vida pública del país, la construcción de una nueva patria bajo los valores de la fraternidad y la justicia, la reactivación económica bajo los límites de la honestidad y reparto igual entre los desprotegidos, así como pacificar el país de la ola de violencia que padecemos desde un lejano (y cercano) 2006. Nuestro pacifismo, al momento de manifestar las ideas, reproducía este sentir que no solo era mío, sino similar a todos los ahí reunidos. Y me atrevo a decir que es el mismo para millones de mexicanos que amamos este país y que deseamos que le vaya bien en el presente y en lo porvenir.

Quiero terminar diciendo que mientras marchaba y mientras me dirigía a casa pensando en todo lo ocurrido ese día vino a mi mente una idea. Más bien, llegó a mi pensamiento un concepto acompañado de su respectiva definición. Aquel término que se apoderó de mí fue la re-definición del Movimiento de Regeneración Nacional. Así es, de Morena. Concluí que aquello que en siglas es conocido bajo ese nombre, en realidad representa y describe el pensamiento de un solo actor, de un individuo; de un sujeto que ha estado en la vida pública y política del país durante mucho tiempo. Sí, concluí acertadamente que Morena es, en realidad, un lopezobradorismo institucionalizado. Una elevación a rango constitucional de la honestidad y fraternidad como forma de gobierno que ha caracterizado a un individuo en diferentes momentos y circunstancias en el nocturno de la democracia en México.

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