28 de marzo de 2024

La elección de la rectoría de la UV y La educación superior|Crónicas Ausentes|Lenin Torres Antonio

La UNAM (anteriormente Universidad Nacional) se funda el 22 de septiembre de 1910, en noviembre de ese mismo año se inicia la Revolución mexicana, sólo “el fin de la lucha armada permitió que algunas instituciones, institutos y colegios de provincia se convirtieran en universidades estatales. Las primeras en aparecer fueron la Universidad de Michoacán y la Universidad de Sinaloa en 1917 y 1918 respectivamente. Le siguieron Yucatán en 1922; San Luis Potosí en 1923; Guadalajara en 1924; Nuevo León en 1932; Puebla en 1937, y Sonora en 1942”, (1), la Universidad Veracruzana se fundó el 11 de septiembre de 1944.

La historia y el sentido de nuestras Universidades, principalmente las públicas forman parte de las circunstancias de la historia de México, sus fines, contenidos, y filosofías, si bien es cierto, en un principio toda educación superior institucionalizada dependía de la territorialización y estratificación social, hasta, que, entre comillas, se “llegara a vislumbrar a la educación superior en las universidades como instrumentos de libertad, pensando en su autonomía y la apropiación de conocimientos que deberían servir al hombre, así vemos que, a lo largo de la historia de la humanidad, como lo refiere, Goastellec, G.  & Välimaa, J. (2019), el acceso educativo ha sido utilizado como instrumento de gobernanza, teniendo como ejes transversales, la estratificación social y la territorialización de la política.

Y aunque en los últimos tiempos, particularmente después de la segunda guerra mundial, el acceso principalmente de la educación superior se ha visto masificado y constituido como una suerte común del objetivo principal de las políticas públicas, aun cuando, se ha mantenido el fin de esa formación profesional como una extensión clasista donde las oportunidades y el acceso a esos altos estudios están marcados por la estratificación social y la territorialización de la política.

Si bien es cierto que en un principio los procesos de la gobernanza no requerían tales formaciones profesionales dada la simpleza de la producción económica y las características poblacionales de los territorios, que se circunscriben a determinados espacios de interconexión territorial, fue propiamente, una, la revolución industrial del siglo XIX, principalmente por la instrumentación de la producción industrial y la necesidad de profesionalizarla, que ameritaba una mano de obra calificada diversa en los distintas ciencias que fueron creándose, y dos, la segunda guerra mundial, que después del estado de guerra que propiamente construyó una economía exclusivamente para tal fin, y ante la crisis económica global que toda guerra mundial conlleva, se abrió un periodo necesario de reconstrucción y restauración de la economía mundial, exigiendo ésta, la masificación de la formación profesional básicamente de la Educación superior.

No obstante, ese periodo de postguerra de bonanzas en la construcción de universidades, tecnológicos, en suma, de instituciones educativas de alto nivel superior, estás mantuvieron una oferta privada por encima de la pública, siendo ésta última, donde propiamente podríamos encontrar supuestamente el fin de la educación como instrumento de la sociedad para la igualdad y la libertad.

Hoy día se puede observar como el acceso y la admisión a los estudios superiores de calidad, o educación superior de altos estándares, tiene que ver con los procesos de estratificación social y de territorialización de la política, y como esta estratificación social tiene que ver con que las elites gobernantes, y la territorialidad quedó circunscrita por los espacios territoriales de los vencedores de la segunda guerra mundial, principalmente, en América, los Estados Unidos de Norteamérica, en Europa, Inglaterra, Francia, países escandinavos, y los países bajos, y la Alemania convertida, y en Asia, principalmente, el Japón convertido, y los enclaves territoriales de influencia estadunidenses.

El saber de la educación -paulatinamente- ha venido sirviendo como un instrumento para reproducir la visión de mundo y sociedad de las élites del poder político, y para establecer las coordenadas conceptuales y epistemológicas de la narrativa o la gramática del sistema político y económico neoliberal.

Quisiera hablar con más optimismo del papel de nuestras Universidades en la construcción del México moderno, pero desafortunadamente, el estado no pudo o no quiso ver en la educación el principal instrumento de desarrollo económico y de libertad, por eso quizás, si bien es cierto, la UNAM ocupa un alta clasificación (ranking) dentro de las universidades en el mundo, no le alcanza para estar dentro de las principales, y qué decir de las demás universidades públicas y particulares de México y América Latina.

Administrar la decadencia y la mediocridad de la educación superior parece ser un destino a fuerza de nuestros países latinoamericanos, dado que para poder tener acceso al conocimiento, clubes de sabios y saberes, y puntuar de la mejor manera en las empresas construidas exprofeso para evaluar el desempeño de las universidades del mundo, implica inversión pública y privada, y esto no sucede ni sucederá en nuestros países.

El imperio hegemónico sabe que el conocimiento y educación van de la mano con los pensamientos libertarios y autónomos, y eso no le conviene al status quo neoliberal. Aunque pareciera una declaración forzada y trasnochada podremos ver cómo la historia de la educación superior fue una cuota de poder de los países victoriosos de la 2ª Guerra mundial, el orden internacional se inclinó por el imperio hegemónico imperial existente.

Para ejemplificar lo anterior, la Universidad Veracruzana se posiciona en el ranking  mundial en el número 1419, que lo lleva a ocupar el 10° lugar de las mejores Universidades tanto públicas como particulares de México, tan sólo detrás de la UNAM, CINVESTAV del IPN, TEC. de Monterrey, IPN, UG, UAM, BUAP, UANL, y UASLP, de un total de 5.535 instituciones de educación superior que existen en México. Claro está a millones luz de las principales universidades a nivel mundial, estos primeros lugares están ocupados por la élite de los países que tienen el control mundial, tan sólo la UNAM “pisa fuerte los talones” a las 100 principales universidades  del mundo con un honroso 162 de ranking, y la UV, se ubica en el 1419 del ranking mundial.

Como podemos en ese renglón mundial de educación superior institucionalizada difícilmente podemos competir, y mucho menos, ubicar la educación como el instrumento del desarrollo y crecimiento de nuestros países.

Quisiera hablar en términos optimistas, pero los datos son números, y estas verdades no pueden ser refutadas tan fácilmente, por lo que teniendo como fondo esa cruda realidad, tenemos que apostar, uno, en invertir lo más que se pueda en educación, y dos, explorar otros caminos que nos permitan hacernos con el conocimiento y formar al mayor número de profesionales para apuntar esas baterías de recursos humanos al trabajo calificado y poder ir paulatinamente incorporando a la educación como el principal instrumento del cambio y el crecimiento material y espiritual de nuestros pueblos.

Pero en un estado de guerra, de polarización, y luchas es difícil hacer lo anterior, por lo que viene bien exhortar a la clase política a detener su lucha intestina y centrar la energía de la política y la inteligencia en ver el rezago educativo y la calidad educativa como el principal problema del México actual.

Este escrito so pretexto del cambio de rectoría de la Universidad Veracruzana, a la cual, hay que destacar que cuando menos a nivel local se ubica dentro de las 10 primeras universidades en México. Y esta posición tiene que ver con el impacto, apertura y excelencia, habla bien de lo que se ha venido haciendo en nuestra alma mater. Pero que también es insuficiente.

En este proceso de elección por parte de los 7 sabios de la junta de gobierno de la UV, se ha abierto un impasse de declaraciones variopinto, ninguna ni ningún de los aspirantes ha presentado algo original y todos han descubierto el hilo negro hablando del lugar común. Lo que sí es cierto es que la UV debe continuar acreditando y cumpliendo con las políticas de las instituciones acreditadas para evaluar el desempeño y la pertinencia de la calidad de la educación en dicha Universidad Pública, la SEP, el CONACYT y la ANUIES instancias obligadas, y de ahí, la respuesta a la nueva normalidad que parece que llegó para quedarse, en cuanto educación virtual.

Lo malo de dejar en manos de unos poquísimos jueces la decisión de quién es el más apto para ocupar el cargo a rector de la Universidad Veracruzana, deja mucho que desear, porque creo que pensando en los tiempos actuales que vivimos sería bueno que la comunidad universitaria pudiera tener más voz y voto en tan importante responsabilidad, pero no es así, los prejuicios nos persiguen, el pseudo miedo a la politización de tal decisión, como si pudiéramos garantizar que esos jueces están exentos de no hacerlo, por lo que es mejor apostar a que la decisión sea tomada por la comunidad universitaria en pleno a través de conocer las propuestas de los aspirantes del plan de desarrollo de la U.V., y con esa información formar el criterio para decidir el idóneo.

Pero las reglas del juego tienen buen tiempo que fueron concebidas así, aunque creo parte de un prejuicio, y no de una realidad, y que la comunidad Universitaria de la UV tiene la suficiente madurez académica y moral para hacerse con tal responsabilidad, como sucede en muchísimas universidades públicas en el mundo de países que llaman del primer mundo.  Sería bueno que algunos de los aspirantes se pronunciaran por la democratización de la elección del rector de la UV.  

Esperemos que la UV como la UPAV, así como las demás instituciones de educación superior sean vistas realmente como el principal motor de desarrollo de Veracruz. Es pues la Educación nuestra única salida a la gobernabilidad, transición democrática, desarrollo económico y libertad.

Agosto de 2021

(1)   Renate Marsiske (UNAM) (2006): UNIVERSIDAD DE MÉXICO.

(2)  Goastellec, G., &Välimaa, J. (2019). Access toHigherEducation: AnInstrumentforFairSocieties?Cogitatio, 7, 1-6. Barcelona, España.