- La investigadora abordó el caso del sitio Oztoyahualco 15 B, explorado en los años 80 y 90, donde habitaron tres grupos familiares dedicados a la albañilería con estuco
Con más de 125 mil habitantes en su época de esplendor, 22 barrios multiétnicos y un sistema de cogobierno único en la época prehispánica, el cual rigió sobre una superficie urbanizada de 20 kilómetros cuadrados, Teotihuacan es, en palabras de la arqueóloga Linda Rosa Manzanilla Naim, una excepcionalidad mesoamericana que debe protegerse y respetarse.
Al dictar la primera de cuatro conferencias magistrales que ofrecerá a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), vía las redes sociales del Centro INAH Estado de México, la académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, recalcó lo importante que es conservar integralmente no solo era área nuclear del asentamiento, sino también su periferia.
“En el Área B de Teotihuacan existen espacios residenciales de tipo señorial como Tetitla, Zacuala o Atetelco, pero también hay conjuntos más modestos como Oztoyahualco 15 B, con habitaciones, plazas, templos y centros de barrio que no pueden ser perturbados”.
Por ello, calificó como impensable la alteración del Área B, bajo el argumento de que “todo en Teotihuacan es igual”, dado que la propia evidencia muestra que, tan solo en Oztoyahualco, se asentaron grupos de albañiles de estuco, talladores de obsidiana, de figurillas o de cerámica; “cada uno con particularidades habitacionales, con afinidades étnicas hacia distintos puntos de Mesoamérica y con información distinta, relativa al sistema de gobierno y de vida cotidiana” en la antigua metrópoli.
La también investigadora de El Colegio Nacional, centró su participación virtual, hermanada con “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura, en mostrar el proceso de excavación multidisciplinaria del conjunto de Oztoyahualco 15 B, y cuáles son los aspectos que este ha revelado a los especialistas.
El sitio, explicó, se ubica tres kilómetros al noroeste de la Pirámide del Sol y abarca 550 metros cuadrados, muy por debajo de los 3,600 del Palacio de Tetitla, “pero no por ello menor en trascendencia”.
Con exploraciones iniciadas en los años 80 y concluidas en los 90, lo que hoy se conoce de Oztoyahualco 15 B, es que fue un barrio de estatus bajo, habitado por tres familias que compartían mayormente el oficio de albañiles de estuco.
“En Teotihuacan, los conjuntos multifamiliares no necesariamente albergan a familias emparentadas, sino a grupos corporativos que comparten actividades; muy distintos a los solares mayas, donde sí se alojaban familias extensas con santuarios únicos para sus ancestros”.
Linda Manzanilla detalló que cada una de las tres familias de Oztoyahualco 15 B tenía nivel económico distinto, lo que permitió, por ejemplo, “que la más acaudalada tuviera espacios relativamente mayores para la veneración de los dioses del fuego y de la mariposa; que la intermedia adorase a la deidad de la lluvia; y la de menores recursos, al dios conejo”.
No obstante lo limitado de los recursos del barrio, la arqueóloga comentó que los 80 objetos localizados, entre figurillas retrato, micas, vasijas tipo Tláloc e, incluso, un elaborado incensario tipo teatro, hallado en un entierro, dan cuenta del acceso que los pobladores de la periferia tenían hacia bienes complejos.
La investigadora Linda Manzanilla ofrecerá mensualmente una conferencia magistral, a través de la página en Facebook del Centro INAH Estado de México: en agosto, el tema versará sobre las exploraciones en Teopancaxco; en septiembre, acerca del Palacio de Xalla, y en octubre, sobre los túneles posteotihuacanos, detrás de la Pirámide del Sol.