23 de abril de 2024

El muralista Arturo García Bustos legó obra con contenido social en México y Centroamérica

El Museo Nacional de la Estampa del INBAL resguarda más de un centenar de piezas del artista, quien es recordado en el 95 aniversario de su nacimiento

Reconocido por su obra de contenido social y su compromiso con las causas populares y campesinas, Arturo García Bustos, grabador, pintor y muralista mexicano, es recordado en el 95 aniversario de su nacimiento.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) destacan el legado del artista vinculado a los ideales de libertad y justicia social y de apasionada convicción humanista.

El Museo Nacional de la Estampa (Munae) del INBAL resguarda en su acervo más de un centenar de obras realizadas por García Bustos con diversas técnicas, como grabado en linóleo, xilografía, aguafuerte y aguatinta.

El artista, originario de la Ciudad de México, nació el 8 de agosto de 1926. Ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda en 1941, donde fue alumno de creadores como Agustín Lazo, Feliciano Peña, María Izquierdo y Frida Kahlo. Junto con Guillermo Monroy, Arturo Estrada y Fanny Rabel, formó parte del grupo conocido como Los Fridos, ello lo llevó a ser ayudante de Diego Rivera.

Desde joven fue miembro del Taller de Gráfica Popular, en el cual, al lado de destacados grabadores, como Leopoldo Méndez, Pablo O´Higgins, Alfredo Zalce e Ignacio Aguirre, participó de las actividades artísticas más importantes que fomentaron y difundieron ideas revolucionarias en favor de las causas sociales en México.

De acuerdo con la historiadora de arte Dina Comisarenco Mirkin, “a lo largo de su plena, vital y prolífica vida, Arturo García Bustos realizó numerosos y memorables murales, pinturas de caballete, dibujos, grabados en madera, linóleos, aguafuertes y litografías. Su vida y pensamiento se caracterizaron por una apasionada convicción humanista y por un gran compromiso social y político, por lo que dedicó su vocación plástica a la creación de un arte revolucionario, orientado a la defensa de las causas populares y campesinas, los derechos humanos, la libertad y la paz”.

Viajó a Centroamérica para formar un taller de grabado, donde realizó, entre 1953 y 1954, la serie Testimonios de Guatemala, el cual tuvo gran impacto en varios países de la región.

“Su intensa labor como luchador social y su extraordinario talento artístico se han retroalimentado mutuamente, demostrando cómo la estética y la política no están reñidos, sino por el contrario, constituyen más bien las dos caras de una misma moneda en la que se combinan, de forma muy productiva, la poesía y la acción que tanto necesitamos”, abundó Comisarenco.

García Bustos participó en múltiples exposiciones individuales y colectivas, entre las que destacan la retrospectiva Gráfica comprometida en la Sala Nacional del Palacio de Bellas Artes, en 1977, y Arturo García Bustos. La imagen del México postrevolucionario en el Museo Nacional de la Estampa, que posteriormente itineró en recintos de varias ciudades de Texas, Estados Unidos, como el Mexic-Arte Museum, de Austin, y el Museum of Printing History, de Houston.

Aunque es reconocido por su obra gráfica, García Bustos también realizó murales, entre los cuales se encuentran Pobladores de las siete regiones de Oaxaca, en el Museo Nacional de Antropología; Oaxaca en la historia y en el mito, y Cosmogonía de los pueblos indígenas del estado de Oaxaca, en el Palacio de gobierno de ese estado; y La Universidad en el umbral del siglo XXI, en la estación Universidad del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México.

Fue miembro fundador del Salón de la Plástica Mexicana y en 1977 ingresó a la Academia de Artes. Además de la producción artística, también se involucró en el ámbito de la enseñanza, con la realización de cursos, conferencias y seminarios.

Arturo García Bustos dejó como legado su obra, que en palabras de Dina Comisarenco, “constantemente osciló entre los extremos de la utopía y la denuncia: por un lado, la creación de bellas y poéticas estampas que, como su inolvidable y generosa sonrisa, expresan la posibilidad de la existencia de una sociedad justa, libre y pacífica, con la que García Bustos siempre soñó y, por el otro, potentes y descarnadas imágenes creadas para denunciar la opresión, la represión, las guerras, las distintas formas de violencia que con justa razón lo indignaban profundamente y que, dramáticamente, continúan ensombreciendo a nuestro mundo”.