25 de abril de 2024

Discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador en su visita a Guatemala

Nos da mucho gusto estar en la hermana República de Guatemala.  Le agradecemos mucho al presidente Alejandro Giammattei  por sus muestras de solidaridad y su amistad con el pueblo de México y con el gobierno que represento.

Amigas y amigos de Guatemala:

Como ustedes saben, tras un periodo oscuro y decadente en el que México se ausentó de América Latina, hoy el gobierno que presido tiene la convicción y el propósito de participar en la construcción de un futuro común para nuestra región, en pleno respeto a las soberanías y a las características propias de cada pueblo y país.

Enfrentamos graves problemas comunes que solo pueden ser resueltos mediante la colaboración, el entendimiento y el respeto mutuo. Subrayo: con respeto a nuestras soberanías, bajo el principio de la independencia, de la autodeterminación de los pueblos y la no intervención. La raíz común de los principales de esos problemas es la misma: la pobreza, la desigualdad, la postración del campo, la desintegración social, la marginación y la negación histórica de derechos efectivos para las mayorías. Esas son las circunstancias que dan origen a la migración y la delincuencia, a las adicciones y la violencia. La otra cara de la moneda es el desarrollo y la paz social que son frutos de la justicia y de una procuración de bienestar para las poblaciones.

Sin afán de imponer soluciones ni de intervenir en asuntos internos, como ya lo he mencionado, hemos dispuesto ayudar a los países, a las naciones más cercanas en lo geográfico, lo cultural, lo histórico y repito, en lo afectivo; la fórmula que estamos aplicando en México para reactivar el campo, cuidar la naturaleza, crear empleos, rescatar a los jóvenes de la marginación laboral y educativa y crear, en fin, las condiciones de bienestar que demandan y merecen las mayorías de esta Mesoamérica contemporánea.

Estamos convencidos de que así, atendiendo las causas, los orígenes de la violencia, las bandas delictivas se irán quedando sin jóvenes a los cuales reclutar, que las personas podrán vivir en sus lugares de origen sin verse orilladas a emigrar y que la paz social podrá hacerse una realidad.

Mi gobierno está centrado en la aplicación de programas como Sembrando Vida, que ofrece a miles de productores del campo una paga mensual para que siembren en sus parcelas o pequeñas propiedades árboles frutales y maderables, no solo para remontar los daños causados por la deforestación y la explotación inmoderada de selvas y bosques sino también para procurarse ingresos y establecer mejores medios de vida, tanto para la generación actual como las futuras, en las comunidades rurales del país.

Hemos establecido asimismo el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, el cual permite a las y los muchachos que han llegado a la edad laboral o universitaria capacitarse para el trabajo en calidad de aprendices en una diversidad de empresas privadas, organizaciones sociales o instituciones públicas, con una remuneración o un sueldo, con un salario a cargo del Estado, y con el compromiso de sus tutores, donde están laborando como aprendices, de que se les van a enseñar habilidades que faciliten su inserción en el mercado laboral.

También estamos otorgando 11 millones de becas para estudiantes de escasos recursos económicos, desde el nivel básico hasta el posgrado.

Tenemos, por otra parte, la Pensión Universal para Adultos Mayores, por medio de la cual todo aquel que haya llegado a los 65 años tiene derecho a recibir un monto bimestral que este año llegará casi a los 200 dólares y que se irá incrementando con el tiempo. Nuestro objetivo es que para principios del 2024 cada adulto mayor en nuestro país tenga garantizado un ingreso económico equivalente a unos 300 dólares cada dos meses.

Existen otros programas para grupos vulnerables, pero les he referido solo los principales. Aunque se otorga prioridad absoluta a los grupos indígenas, todos los programas de bienestar se aplican y benefician de manera universal, es decir a todos y los hemos elevado a rango Constitucional. La ejecución de esta política de bienestar permitió a millones de hogares enfrentar los meses más duros del confinamiento por la pandemia, cuando la economía prácticamente se paralizó y muchos se quedaron sin sus ingresos regulares.

La migración, como todos sabemos, amigas y amigos de Guatemala, es la evidencia de la injusticia. Mi gobierno se ha propuesto erradicar las condiciones de pobreza, insatisfacción e inseguridad que la originan, para que nadie tenga que abandonar su hogar, su familia y su tierra por hambre o por violencia al verse obligado a vivir los peligros del trayecto en México ni la discriminación y la persecución policial al norte del Río Bravo; que solo emigren –esto lo hemos hablado con el presidente Giammattei– que solo emigren quienes desean hacerlo por motivaciones más amables. Que la migración sea optativa, no forzosa.

Nuestro principal compromiso con los migrantes mexicanos en Estados Unidos es construir un país al que puedan y quieran regresar y que no expulse a ninguno de sus habitantes. Esta es la misma propuesta que estamos haciendo de manera respetuosa para nuestros hermanos de Guatemala, de Honduras y de El Salvador.

Soy consciente de que para aplicar en estas naciones hermanas programas como los que estamos llevando a cabo en México, es indispensable que Estados Unidos aporte los recursos necesarios, y en diversas ocasiones he abordado el asunto con el presidente Biden, con la vicepresidenta Kamala Harris y con otros funcionarios de Washington. Estoy convencido de que solo con la cooperación internacional lograremos poner un punto final al doloroso fenómeno de la migración, doloroso fenómeno de la migración que causa mucho dolor, que causa muerte. No podemos enfrentar la migración con puestos fronterizos únicamente o con leyes más severas o con muros y policías, sino con bienestar, seguridad y paz en los puntos de partida de los viajeros, en los lugares de origen de los migrantes.

Nosotros tenemos programas y se ofrecen a los migrantes, pero el que sale de su pueblo ya lleva la idea de llegar a Estados Unidos y, además, por el tráfico de personas que lamentablemente existe, ya llevan un acuerdo, un contrato con un coyote y ya aunque se ofrezcan oportunidades ya no es posible que se queden a trabajar en nuestro país. Por eso insistimos que es mejor atender el problema en las comunidades de origen de donde es la gente, ahí es donde hay que procurar que haya desarrollo, que haya empleo, que haya bienestar.

Me parece, lo digo sinceramente, inexplicable que en Washington, en el Capitolio, se haya retrasado tanto la aprobación de los cuatro mil millones de dólares que ofrecieron invertir en la generación de bienestar en los países centroamericanos, aun cuando el presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris han estado haciendo gestiones para ello. Son cosas distintas, no se debe de comparar a tablaraza, pero ya se aprobaron más de 30 mil millones de dólares para aportar en la guerra a Ucrania y llevamos cuatro años desde que estaba el presidente Donald Trump, planteando que se apoye con 4 mil millones de dólares y hasta el día de hoy nada, absolutamente nada. Por nuestra parte, vamos a seguir insistiendo respetuosamente en la necesidad de la colaboración de Estados Unidos.

Más allá del fenómeno migratorio, estoy convencido de que este continente, debe avanzar, nuestra América, toda América, hacia una integración económica y comercial sin exclusiones, al margen de diferencias ideológicas, y como lo ha expresado varias veces el presidente Biden, en pie de igualdad entre nuestras naciones, que nadie excluya a nadie, ya basta de las hegemonías, ya basta de la política que se ha impuesto por más de dos siglos en nuestra América, necesitamos la unidad, necesitamos el respeto a las soberanías de todos los países, que se respete la soberanía de Guatemala, que se respete la soberanía de México; y como aquí lo mencionaba el presidente Giammattei, hace un momento, recordando al benemérito de las Américas, Benito Juárez, que se haga valer la frase de que “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz”.  

Por lo pronto, estimado presidente Giammattei, amigas y amigos de Guatemala, tenemos por delante la tarea inmediata de impulsar la paz y el bienestar de nuestras naciones y la colaboración fraterna entre ellas. Que el Usumacinta y el Suchiate no sean murallas y que recobren la condición de arterias de comercio, cultura y fraternidad que tuvieron cuando los olmecas y los mayas, nuestros antepasados, navegaban por esos ríos bellos, extraordinarios.

Continuarán, por lo que corresponde a México, los apoyos fiscales y la gasolina barata en la frontera con Guatemala; se convertirá en realidad el nuevo ferrocarril del Istmo de Tehuantepec hacia la frontera con Guatemala; el Tren Maya, mil quinientos kilómetros que comprende a cinco estados del sureste, tres de los cuales tienen colindancia con Guatemala: Chiapas, Tabasco, Campeche, más Yucatán y Quintana Roo. El Tren Maya se va a inaugurar en diciembre del año próximo y  tendrá una estación de pasajeros y de carga en Tenosique, Tabasco, a 50 kilómetros de El Ceibo, en la frontera de nuestros países; y se mantendrá, y eso es lo más importante, presidente Giammattei, y se mantendrá inalterable, con respeto y con fraternidad el trato de amigos y de hermanos con este pueblo de Guatemala de tanta cultura, de tanta historia y de tanta dignidad.

Muchas gracias.

Palacio Nacional de Cultura, Guatemala, 5 de mayo de 2022