18 de abril de 2024

A 20 años del 9/11: 2.996 +1ª vs 1,652,757 +2ª en el Medio Oriente|Crónicas Ausentes|Lenin Torres Antonio

Escribí en el texto anterior que publiqué que “por eso a más de 75 años de la victoria “Aliada” de la 2ª Guerra Mundial no se ha dejado de recordarnos insistentemente el genocidio judío como parte de la “solución final” del régimen Nazi”, y que, “no se ha habla los demás exterminios, tanto del lado “Aliado” como de la “Alianza del Eje” (alemán-italiano-japonés), y mucho menos, sabemos quiénes verdaderamente han sido los perjudicado de “la otra solución final” que trajo el resultado final de la 2ª Guerra Mundial” (1), y que a partir de ahí se consolidó una sola narrativa desde donde el Imperio o el sistema dominante dicta lo que es bueno o malo, correcto e incorrecto, los fines de las vida se ven limitado a una sola epistemología, y la experiencia humana queda reducida a un espíritu cautivo por la letra, de “la cosa” solo se desvela una parte, como la punta del iceberg sólo despeja una pequeña parte de la ontología y la epistemología, la teoría del ser queda definida por la lógica y la gramática.

De igual forma, desde hace 20 años los medios de comunicación tanto virtual, radial, televisiva y escrita se sintonizan el 11 de septiembre para hablar del “ataque del terrorismo fundamentalista extremo” a las los símbolos del poder hegemónico del Imperio estadounidense, la caída de las torres gemelas,  el ataque al pentágono (el centro de comando del guerra), y del acto heroico de un grupo de nacionalista estadounidenses que evitó el ataque a la Casa Blanca o al Capitolio (el Congreso legislativo), y principalmente de los muertos y desaparecidos, 2.996 (incluyendo a los 19 terroristas) y 24 desaparecidos, que provocó esos “arteros y cobardes” ataque de fanáticos fundamentalistas islamistas.

A propósito del 9/11 (11 de septiembre de 2001), en noviembre de 2015 en París Francia atacantes suicidas causaron la muerte de 132. En ese entonces el mundo entero estuvo de luto, particularmente Europa entra en duelo y llora por sus 132 muertos y 349 heridos, las muestras de solidaridad al pueblo francés se multiplican por doquier, Marsella une como las navidades a los Modernos, Occidente clama venganza.

Tan sólo una pequeña muestra de esa rabia a la afrenta no se hace esperar, Francia bombardea Raqqa (la capital del autoproclamado Estado Islámico en Siria) en respuesta a los atentados, la primera lanzada por Francia ha consistido en 12 aviones –diez de ellos cazabombarderos como los que se utilizaban para exterminar las ciudades alemanas al final de la segunda guerra mundial, claro, más destructivos-, han disparado 20 bombas sobre posiciones consideradas en manos de los yihadistas, y de seguro los muertos inocentes han rebasado en un instante el número de muertos que hubo en París, tan sólo, “de acuerdo con datos que publicó el tres de agosto la agencia Associated Press, recabados por un organismo independiente llamado Airwars, 459 civiles habían muerto entonces en bombardeos de la coalición anti IS en Irak y Siria”, y todavía no nos horrorizamos con saber Diez años de guerra dejan casi 400.000 muertos en Siria (2), y tampoco hemos visto la respuesta internacional ni la consternación por esos muertos, y esto sin sumar los finados en la guerra del equívoco (porque al final la información de que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva era falsa o construida) de Irak, que según Wikipedia, suman hasta agosto de 2007  1,033,000 violentas como consecuencia del conflicto, ni del Palestino-Israelí que suman 52 mil 320 muertos en 67 años de crisis israelí-palestino, ¿qué acaso estos muertos son muertos de segunda? Y los 167,757 muertos durante la ocupación de Estados Unidos a Afganistán incluyendo sus 2.448.

Nuestro pésame a todos esos muertos: palestinos, israelíes, iraquíes, franceses, rusos, estadounidenses, sirios, afganos, etc., víctimas de las contradicciones del pensamiento occidental y de la cruzada por imponer una única visión de la vida. Desafortunadamente, el pensamiento único legitimador paulatinamente se ha empobrecido, y ante esa impotencia de no poder convertirlos a los bárbaros en un principio, a los insurrectos después, ahora a los fundamentalistas, de no poder incorporar las diferencias sin anularlas, el fin del diálogo ha cedido su lugar al llamado a la guerra.

Qué diferencias hay entre las sentencias de “mientras sigáis bombardeandonos no viviréis en paz. Incluso sentiréis miedo de ir al mercado” (3), y la de “Francia será despiadada en su respuesta a estos bárbaros de Daesh”. Un encolerizado presidente François Hollande advirtió ayer (4). Ninguna, las dos son lo mismo, un llamado a la venganza, a la guerra, a eliminar al otro sin piedad, sin pensar en las consecuencias, el dilema de Antígona luce ingenua, no es cuestión de una ética privada o una ética pública, es la pulsión de muerte que atesora a los humanos.

Los pocos muertos de primera y los millones de segunda, así podemos leer estas reivindicaciones occidentales, hace 20 años murieron en los atentados en los Estados Unidos de Norteamérica 2.996 y estos fueron vengados con creces, si sumamos la desestabilización que provocó en el medio oriente el inicio de la guerra contra el terrorismo del innombrable Bush (hijo) y sus aliados, resulta un despropósito, una contradicción, y en lo real, lamentablemente un reacomodo geopolítico del imperio Yanqui, nada que ver con dolor y pésames, es una advertencia que cada año el imperio yanqui lanza al mundo, ¡estos les sucederá quien se atreve oponerse a nuestros negocios y ganancias!, es una aterradora amenaza inconsciente y consciente.

Y no es que esté hablando de una apología del terror y de la violencia, sino de las contradicciones que subyacen al mundo neoliberal y del imperio dominante a través de las armas y la economía que encabeza los Estados Unidos y sus Aliados.

El costo de esa unívoca visión totalitaria vengó hasta el día de hoy, sus 2.996 del 11 de septiembre de 2001 con 1,652,757 muertos (asesinatos) en el Medio Oriente, 2.996 que nos imponen recordar en nombre de la libertad y la democracia (muertos de primera) y no recordar a los 1,652,757 muertos de segunda.

Lo que debemos de lamentar es la muerte de la Letra, su agotamiento como ya lo he dicho, de la palabra, del diálogo, de la racionalidad, de eso de lo que nos sentíamos orgullosos los seres humanos; hemos perdido la memoria, nuestros muertos ya no nos duelen, y principalmente Europa debería recordar a sus muertos de la primera y segunda guerra mundial, de sus conflictos intra-étnicos-religiosos (vb. ex Yugoslavia, Rumania, Ucrania etc.). El mundo está enfermo.

Ya lo había advertido: “la subjetividad diametralmente se empobrece, la riqueza espiritual paulatinamente se dirige al recuerdo, y a los museos, y la erótica del cuerpo, sus espacios se cierran, queda pues un sólo camino, el goce total a que nos lleva la pulsión de muerte. Se hace urgente reconstruir nuestra subjetividad social, y hacer que el Edipo de la filogénesis recupere la autoridad del padre de la horda primitiva, temido y respetado, que nos permita reorganizar la vida social y la tolerancia del estar los unos con los otros, es decir, incorporar las diferencias y los diferentes sin anularlos”.

“Hoy se abre un parteaguas entre el hombre unidimensional de la nada, y el hombre del vacío, puesto que el reto es mayúsculo, cómo llenar ese vacío sin volver a nuestros desgastados mitos, conceptos universales platónicos. No es poca cosa lo que estoy contándoles, es volver sobre nuestros propios pasos sin ser los mismos. Es comenzar a escribir sin comas ni puntos, hacer que hable el silencio. O cuando menos recuperar la conciencia, la memoria para recordar, y en ese recuerdo rescatar lo que nos constituye, lo que nos hizo tolerable, incluso amado estar los unos frente a los otros, lo que dio origen a lo social, a la comunidad, al contrato. Es decir, respetar la palabra empeñada, comprometida, “el amor al prójimo”, y no como principio religioso, sino en el sentido de la diferencia, sin que esta sea perturbadora, mortal”.

Occidente tiene que aceptar que hay otras elecciones a las nuestras, aunque sean de otra ideología o filosofía, tienen sustancialidad y ocupan un lugar común en nuestro mundo humano y terrestre: los ciudadanos son desde lo local. Ese vértigo en que hemos encarrilado el destino de la humanidad, en el proceso globalizador y de un sólo hombre universal, ha fracasado y nunca se logrará, esto es peor que el comunismo-marxismo-leninismo, porque cuando menos ahí había la intención de un beneficio para todos pensando igual, que la opción del exterminio evangelizador no dejará interlocutores, o sólo zombis sin almas.

Occidente debe aceptar que su estrategia colonizadora a través de la fuerza está agotada, salvo que dentro de sus planes sea la eliminación de los diferentes la meta final “la otra solución final”. Y esto es un contrasentido hegeliano, puesto que para que existan amos debe haber esclavos, y el reconocimiento de estos últimos de la condición de amo del amo, en esta dialéctica el esclavo es más libre que el amo, Occidente debe tener presente parar esa solución final inconsciente.

No nos convirtamos en los culpables del fracaso del experimento social del orden democrático, y les demos la razón a aquellos quienes refuerzan la teoría Biológico-Genetista de la superioridad entre los hombres los otros Hitleres, que echa al traste la construcción subjetiva de una igualdad entre todos a partir de una fe ciega en la racionalidad.

En Tótem y Tabú Freud apela a Darwin para explicar el Edipo filogenético (social), hace caer en la culpa por la muerte del padre de la horda primitiva, el lugar desde donde se construye lo social, el pacto entre los hermanos parricidas, ideal del padre (de la ley) que adviene con mayor virulencia a dictar lo que es “bueno” y lo que es “malo”; y cómo la condición social, el lazo, se sostiene a través de esa culpabilidad interiorizada. Cuando hablamos de un Sujeto Enfermo, nos referimos a que de una u otra manera no hay reconocimiento del límite, y el lugar de la Ley que nos protege de no devorarnos entre nosotros mismo, y tolerar al otro como uno igual.

Es pues ese reconocimiento interiorizado de lo que es correcto, que ponemos en contraste con el acto o el pensamiento incorrecto o malo, lo que nos permite sostener el concepto de comunidad, y compartir una idea de la vida y de la moral. Es pues el problema del mundo, un problema psíquico, ni cultural ni legal ni educativo. Es la caída de marco simbólico que precipita la aparición del sujeto pulsional, narcisista y violento.

Cuando hablo de que el mundo está enfermo, y que la letra es pobre, me refiero exactamente a que la interiorización de la culpa ha fallado, y que nuestro marco moral no tiene la suficiente fuerza de ser reconocida, aún con la amenaza de castración o el castigo físico. No hay dolor que nos límite a ver “al otro” como un enemigo, un extraño, “otro” que no nos regresa la imagen de uno mismo.

En esa confusión de la identidad, en esa impotencia de no saber responder a la pregunta qué es el hombre, y más específicamente, quién soy, aun cuando intentemos apelar a la palabrería histórica de la modernidad ilustrada: racionales, sociales, amorosos, piadosos, etc., es conveniente preguntarnos qué tan salvaje somos los modernos, y también qué tan civilizados son los salvajes como lo hace Freud en Tótem y Tabú.

Freud de forma genial en ese mismo libro, hace una descripción de esos pueblos primitivos, salvajes, sin escrúpulos, y nos muestra cómo sus preceptos, su Estados de evitación, su moral, eran acérrimamente estrictos, incluso so pena de muerte por no cumplirlos a pie juntillas. El contraste entre las sociedades liberales, y su famoso Estado democrático, con las sociedades teocráticas, debe verse desde su singularidad, incluso, desde nuestra capacidad de tolerancia a aceptar como lo he dicho, otras lecturas de la vida y de formas en que se organiza la vida pública.

La historia de la humanidad es la historia de sus guerras, no la historia de sus actos civilizatorios, salvo si se quiere ver como la cruzada que nos hemos empeñado en hacer para convertir a los diferentes en modernos, occidentalmente hablando, una forma de justificar la guerra. Parece pues que la guerra es una lectura literal del fragmento de Heráclito: “la guerra (Pólemo) es la madre de todo, la reina de todo, a uno los revela dioses, a otros hombres, a unos los ha hecho esclavos a otros libres”, y el comportamiento de Occidente a lo que decía en otro fragmento, “escuchando incapaces de comprender se asemejan a los sordos: de estos atestigua el proverbio que, estando presentes, están ausentes”.

Y no desde esa condición de poder aceptar que el mundo, si es plural, es en la medida que aceptemos esa pluralidad como el mosaico que se sostiene porque, “lo contrario, conviene’. Lo contrario es concordante, y lo discordante resulta la más bella armonía”, fragmento de Heráclito.

¡El hombre ha Muerto!… los últimos vestigios de la civilización occidental se sostienen con el tenue poder de las balas y misiles, ignorando que el canto de las sirenas del pensamiento único legitimador se ha apagado paulatinamente.

1.- https://pensarlapoliticaac.blogspot.com/2021/09/los-verdaderos-beneficiados-de-la.html?zx=91ae2631bc46650f 

2.- https://www.dw.com/es/diez-a%C3%B1os-de-guerra-dejan-casi-400000-muertos-en-siria/a-56869674

3.- https://lacritica.eu/noticia/371/internacional/mientras-sigais-bombardeandonos-no-vivireis-en-paz.-incluso-sentireis-miedo-de-ir-al-mercado.html

4.- https://www.reuters.com/article/internacional-francia-ataques-idLTAKCN0T31F220151114

Septiembre de 2021